**En 2016, la institución católica percibió 963,8 millones de euros, de los que el 59,6% procedían del erario público o de alquileres, tasas u otras actividades.
**Los obispos invirtieron ese año 4,8 millones de euros en hacer publicidad para captar fondos de sus fieles a través del IRPF o de otros donativos

Imagen, Memoria anual de actividades de la iglesia católica 2016
Elena Herrera, Infolibre, 14 de junio de 2018
Las aportaciones voluntarias de sus fieles no son el principal sustento de la Iglesia católica. De hecho, prácticamente seis de cada diez euros que percibió la institución religiosa en 2016 procedían del erario público a través de subvenciones institucionales y de la casilla del IRPF; o de las actividades económicas que lleva a cabo tanto la Conferencia Episcopal como las diócesis (alquiler de inmuebles, editoriales, librerías, museos, tasas por servicios pastorales como bodas, bautizos o comuniones…).
Así consta en la memoria anual correspondiente a 2016 presentada este jueves por la Conferencia Episcopal [consultar, aquí], que detalla que la institución católica ingresó en ese ejercicio un total de 963,8 millones de euros, de los que 574,3 procedían de los dos conceptos citados. En consecuencia, el 59,6% de los ingresos declarados tuvieron su origen en las subvenciones públicas obtenidas y en las actividades económicas desarrolladas por la institución. Los 389,5 millones de euros restantes procedieron de aportaciones voluntarias de los fieles (335,6 millones) y de otros ingresos extraordinarios como herencias, enajenaciones de patrimonio o intereses financieros (53,5 millones).
De la parte que no son donativos o ingresos extraordinarios, una de las cantidades más importantes corresponde a lo recibido a través de la casilla del IRPF. Esa cantidad, que supuso 268,3 millones en 2016, sale del bolsillo de todos los contribuyentes, pues se detrae del total de la masa fiscal. Los católicos que marcan la X en la casilla correspondiente de la declaración de la renta aportan a la Iglesia un 0,7% de su cuota fiscal y, a Hacienda, el 99,3% restante. El resto de ciudadanos aporta a Hacienda el 100%. Por tanto, sea cual sea la decisión de cada contribuyente, no se modifica la cuantía final del impuesto que paga o de la devolución a la que tenga derecho, subraya la Agencia Tributaria.