Un largo camino a recorrer. Por Diego Valiño

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El arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz (c), acompañado por el jefe del Ejecutivo asturiano, Adrián Barbón, acceden al interior de la Basílica de Covadonga antes de la eucaristía celebrada con motivo de la festividad del Día de Asturias, en 2022 /  Eloy Alonso| EFE
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Diego Valiño, La Voz de Asturias, 8 de septiembre de 2023

Feliz Día de Asturias/Asturies, y que mañana gane el derbi el mejor (es decir, el Real Oviedo). Ojalá llegue el momento en el que esta celebración (que entiendo que su sentido es estrictamente de carácter civil) no se vea difuminada por una festividad religiosa.

Es 2023 y tengo que volver a lamentar, un año más, la presencia de autoridades y representantes de la ciudadanía asturiana en la misa de Covadonga/Cuadonga, porque su asistencia no la efectúan a título personal (que en ese caso no tendría nada que decir y, además, contarían con mi máximo respeto). Estas personas acuden a un evento donde un cargo católico (en este caso, el Arzobispo de Oviedo/Uviéu) expresa su opinión (desde mi óptica solo expresa barbaridades por su boca, pero está en su derecho de hacerlo ante sus fieles), y no comprendo que para contestar a las cosas con las que no se está de acuerdo se realicen en un sitio tan importante como es en las Medallas de Asturias/Asturies, que en este caso sí debería ser el momento central del 8 de septiembre.

Lo normal y lo constitucional es defender la separación entre la Iglesia y el Estado. Todo esto que veremos hoy lo que sigue evidenciando es que queda un largo camino a recorrer hacia la laicidad. Creo que no debería hacer falta añadir nada más, pero para quien vea en mi escrito algún tipo de anticlericalismo y la antirreligiosidad, prefiero dejarle las cosas claras.

No se debe confundir ni caer en la provocación de quienes manipulan el significado que la laicidad, que no plantea otra cosa más que la defensa de la libertad de conciencia y la neutralidad escrupulosa y absoluta de las administraciones públicas con respecto a lo que son cuestiones de índole estrictamente privada, como son las creencias o las no creencias. Si creemos, al menos quienes defendemos esta posición, que es posible alcanzar una sociedad mejor, es precisamente porque construimos el discurso de la laicidad desde el respeto más absoluto a quienes creen, a quienes no creen, a quienes piensan una cosa o a quienes piensan otra. Cruzaré los dedos para que en 2024 no tenga que volver a escribir sobre este mismo asunto, sea porque se ha decidido diferenciar lo civil de lo religioso o porque se ha cambiado el día de nuestra comunidad autónoma para otra fecha (como pueda ser el 25 de mayo).

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