La virgen valiente y…republicana. La Semana Santa que escoció a la iglesia

Recordando otras Semanas Santas sin procesiones…

https://antifazdesevilla.wordpress.com/2013/05/19/la-valiente/

Virgen de la Estrella / Fuente imagen

3 de abril de 2020

La Historia de la Hermandad de la Estrella sevillana fue manipulada durante el franquismo que, durante décadas, obvió el hecho de que su intención de procesionar en 1932 se debió a su adscripción republicana.

Nos lo contaba Nieves Concostrina en  «Cualquier tiempo pasado fue anterior», Cadena SER (24/04/2019) , coincidiendo con la fecha en que en 1932 procesionó por Sevilla la única cofradía que votó hacerlo:

La Semana Santa de 1932, la primera que se celebró tras proclamarse la República, escoció a toda la jerarquía eclesiástica, especialmente a la sevillana, que boicoteó sus procesiones en protesta por una Constitución que declaraba la libertad de culto.

La cofradía de la Estrella se declaró leal al nuevo régimen político y su virgen, fue la única que hizo su estación de penitencia el Jueves Santo en Sevilla.

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Andalucía Información  también recuerda esa Semana Santa sevillana:

La Virgen de la Estrella. La valiente,….y la republicana

Conocidos es por todos que en la España Contemporánea, cada vez que ha sobrevenido un estado de inestabilidad social, el anticlericalismo ha hecho su aparición. La Iglesia era como decía Tuñón de Lara, como un trapo rojo hacia el que dirigir el descontento de las clases trabajadoras, que lanzando su rabia a iglesias y monasterios, a veces olvidaba el verdadero origen de sus calamidades. Eso en Sevilla evidentemente también pasaba, pero a veces este anticlericalismo era peculiar, pues si bien gran parte de los trabajadores miraban con recelo a la Iglesia, era realmente difícil separar a los obreros de las Hermandades de la Semana Santa. Ciertamente, este evento está tan enraizado culturalmente en la ciudad, que no resultaba extraño que muchos obreros, aún con carné sindical de la ULS (Central Sindical Comunista) o la CNT, fuesen a ver procesionar sus cofradías, o incluso saliesen con ellas como costaleros, portando a hombros unas imágenes que consideraban patrimonio del pueblo.

Rafael Alberti, aunque no era sevillano, conocía bien esta situación que en cualquier otro lugar podría parecer paradójica. Muchos años después, en la Semana Santa de 1978, el poeta recitaría en un mitin del Partido Comunista, unos versos dedicados a distintas imágenes como el Cristo del Cachorro, la Esperanza de Triana, la Virgen del Baratillo o la Macarena. De esta última dijo:

Déjame esta madrugada lavar tu llanto en mi pena, Virgen de la Macarena, llamándote camarada.

La Sevilla más conservadora montó en cólera por estas palabras del poeta. Un periodista llegó a calificar el acto de “ripioso, desgraciado y lamentable”, confirmando que en Sevilla, la derecha siempre ha querido monopolizar la Semana Santa, como algo propio de la gente de bien. En los años treinta aquello no fue una excepción, ya que como afirma Isidoro Moreno, los dirigentes de las cofradías en esos años utilizaron la Semana Santa tomando partido por las derechas, e intentando desacreditar la legalidad democrática republicana. Un ejemplo de este hecho puede apreciarse en una de las historias más fascinantes que ha dado la Semana Santa sevillana, aquella que sucedió en 1932 y que dio el sobrenombre de “la valiente” a la Hermandad de la Estrella.

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Aquel año –el de la primera Semana Santa que se iba a celebrar en la República-, la tensión social había llegado a conseguir que Sevilla fuese una de las ciudades más conflictivas de España. La imparable labor de los comunistas y cenetistas hicieron conocer a la ciudad como “la Roja”, pero contra ellos, la oligarquía –que seguía controlado gran parte de los resortes del poder y no había aceptado jamás el régimen republicano- también estaba organizada, y hacía constantemente uso de la violencia para frenar el avance de las fuerzas de la izquierda.

En ese contexto, algunos altos representantes de la oligarquía con peso en las Hermandades, apoyados por el propio Cardenal Ilundáin, decidieron suspender la salida de las cofradías ese año, aludiendo a supuestas cuestiones de seguridad. La realidad era otra, y aunque ciertamente una Hermandad no dejaba de exponerse a los ataques infantiles de algún anarquista, el motivo principal por el que los oligarcas no querían salir era el de intentar castigar con ello a la República. Los sevillanos no tendrían Semana Santa por culpa de ella, y eso -que en Sevilla era sagrado-, podría servir a oscuros intereses propagandísticos para aquellos que ya no veían otra salida que subvertir el orden legalmente establecido. Poco a poco esta idea fue calando entre los hermanos de las cofradías, y arengadas y hostilizadas por los poderosos, una a una las Hermandades fueron apoyando la idea de no procesionar. Una única Hermandad resistió a las presiones, la Hermandad de la Estrella, que en una carta a la alcaldía notificó su voluntad de hacer estación ese año. Los motivos pueden consultarse en cualquier hemeroteca, ya que la carta fue publicada por ABC el 20 de febrero de 1932:

“…Por lo mismo que pertenece al pueblo, tiene esta Cofradía fervientes deseos de no producirse de forma contraria al interés general. Procuraremos por todos los medios, con verdadero espíritu cristiano y con alta conciencia ciudadana, afrontar la situación, y tenga V.E. la seguridad absoluta que esta Cofradía, que es del pueblo, al pueblo se debe, que es tanto como decir que se debe al régimen constituido legalmente.”

La noticia corrió como la pólvora: ¡una Hermandad republicana se atrevía a procesionar en una España sin Dios! Aunque los ataques y presiones no se hicieron esperar, y a que estuvo a punto de no cumplir su voluntad por falta de recursos económicos, finalmente, el 24 de marzo la Hermandad salió a la calle entre la expectación y alegría generalizada de un público entregado. Protegida por trabajadores del puerto -bastión por cierto del comunismo sevillano-, la Hermandad hizo su salida sufriendo en su camino hacia la Catedral varios incidentes, en uno de los cuales, un anarquista llamado Emiliano González descargó varios disparos contra la imagen de la virgen.

Pero a pesar de todas las adversidades, la Estrella cumplió su misión y llegó a su templo en San Jacinto donde fue recibida por los trianeros. El franquismo reescribió la Historia, y la valiente y republicana se quedó sólo en valiente, una valiente cofradía que según su interesada leyenda no tuvo miedo de salir a pesar de las amenazas de los rojos. Hoy, hasta la propia Hermandad cuelga en su página un relato bastante distorsionado de lo que realmente sucedió, aunque cualquiera que se preocupe en consultar las fuentes, podrá corroborar que la Estrella fue valiente, muy valiente, pero también fue republicana, aunque a algunos no les interese acordarse de aquello.

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