Monseñor Sanz Montes, bendito sea entre todos los franquistas. Por Paco Álvarez

Carta dirigida al prelado ultraderechista que encabeza la Diócesis de Oviedo

Sanz Montes
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Paco Álvarez, Nortes, 11 de septiembre de 2023

Monseñor Jesús Sanz Montes, bendito sea entre todos los franquistas. Solo usted tiene el valor de decirles las cosas a la cara a esta incontrolable turba que ahora nos gobierna y que está formada por los nietos de aquellos comunistas, socialistas y anarquistas a los que no pudimos fusilar en la Cruzada Nacional, por feministas putas y lesbianas (es una redundancia, todas son una cosa y la otra, usted ya me entiende), por maricones de mierda a los que les hubiéramos quitado el vicio a hostia limpia en comisaría, por parásitos ecologistas a los que les hubiéramos aplicado la Ley de Vagos y Maleantes, por sindicalistas que deberían estar picando piedra en el Valle de los Caídos…

Monseñor Sanz Montes, beso su anillo episcopal como señal de respeto y también como agradecimiento por su mitin… perdón, quería decir por su brillante homilía del Ocho de Setiembre, esa fecha que los separatistas que quieren romper España llaman el Día d’Asturies y que para la gente de bien es, simple y llanamente, la festividad de la Virgen de Covadonga. Solo usted tiene el acierto de aprovechar ese día (que algunos asturianos ingenuos siguen celebrando como si fuera una fecha adecuada para la reivindicación, deberían buscarse otra, quizás el Veinticinco de Mayo) para malherirlos con su florida palabra, la Palabra del Señor, de nuestro Dios vengador del Antiguo Testamento al que, cuando llegue el Juicio Final, le van a faltar ángeles justicieros para formar los pelotones de fusilamiento, porque es mucha la chusma a la que tenemos que liquidar.

Monseñor Sanz Montes, solo usted los tiene bien puestos para mostrar a cara descubierta, delante de esos politicuchos que el viernes le doraron la píldora en la misa de la Basílica de Covadonga, que sigue estando orgulloso de ser un franquista convencido. Desde la muerte de Blas Piñar (seguro que recuerda aquel glorioso lema de “¡Por España, Blas Piñar no nos engaña!”, a mí me sonaba casi tan bien como las misas en latín anteriores al Concilio Vaticano II), no ha habido nadie tan directo para defender las santas esencias de la patria. Hay que agradecer, eso sí, que ese par de rojos que presiden el Principado y la Junta General del Principado, Adrián Barbón Juan Cofiño, aguantaran religiosamente mientras usted, monseñor, les abofeteaba en la cara desmontando las mentiras del feminismo, del ecologismo y de otras tantas mierdas que ellos apadrinan. Después se hicieron los ofendidos, sí, pero yo creo que el año próximo volverán a estar ahí, delante de la Santina y de todos los santos valores que usted representa. Yo, monseñor, solo le pido que resista frente a todos estos putos rojos que nos quieren mandar al infierno sin ni siquiera comulgar.

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