Santa Mª del Naranco, ¿aula regia, mausoleo de Ramiro I?… La ‘pirámide’ de Ramiro I en Santa María del Naranco, más allá del titular

Obras de conservación que se están llevando a cabo en el templo prerrománico de Santa María del Naranco, en Oviedo han sacado a la luz una losa que está dando lugar a distintas opiniones entre los expertos. ¿Y a qué teoría se apunta la iglesia?

División entre los expertos sobre Santa María del Naranco: algunos a la tesis del mausoleo oponen la de una tribuna desde la que hablaba el rey / LNE
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Fuentes: Nortes, LNE, El Comercio, LNE (entrevista a García de Castro), 6 de mayo de 2024

Las obras de conservación en Santa María han sacado a la luz una losa sobre la que los expertos no se ponen de acuerdo. Impulsadas por Cultura, se iniciaron en 2023 con el objetivo de solucionar las filtraciones de agua en el edificio, especialmente en la fachada norte, y es ahí es precisamente donde se localizan la escalinata y el vestíbulo objeto de restauración en el que se ha hallado una losa de 600 kilos, que se puede datar en el siglo IX, y que inicialmente tras su descubrimiento se apuntaba a que serviría de base para el sarcófago de Ramiro I, fallecido en el 850.

Sin embargo, este descubrimiento ha significado, de entrada, tesis distintas que afectan a la función original de Santa María del Naranco, esa joya prerrománica de nuestro patrimonio.

De un lado, el arqueólogo Cesar García de Castro defiende que ello permite determinar que el monumento fue construido como el mausoleo de Ramiro I, su promotor, ya que sobre esa losa habría de estar colocado su sarcófago.

De otro, la tesis defendida por el catedrático de Arqueología de la Universidad de Oviedo, José Avelino Gutiérrez, que calificaba la idea de que se había construido como mausoleo del rey como «incoherente». ¿Por qué? A su juicio, y basado en los estudios del profesor de Historia del Arte Lorenzo Arias, la losa en cuestión, en lugar de la base de un sepulcro, no sería «ni más ni menos que el pedestal de una tribuna para que el rey apareciera en una posición más elevada» cuando arengaba o se mostraba ante sus súbditos. Prueba de ello, explicó, es que Santa María «es un edificio que se construyó en un contexto de guerra civil para exhibir el poder de Ramiro I» y que «hay que entender por su función áulica dentro de un conjunto palatino» en parte desaparecido. 

¿Y la iglesia? Sin dudarlo la iglesia se apunta a la teoría de García de Castro porque confirma, entienden, que Santa María siempre tuvo un uso religioso: Así lo explicó el vicario general de la Diócesis, Jorge Juan Fernández Sangrador, quien reiteró el carácter de «iglesia» de Santa María del Naranco al despejarse ahora «el uso ininterrumpido del edificio con una finalidad sagrada, que ya conocíamos por la existencia del altar, su inscripción y las acciones religiosas que allí se han celebrado siempre, aunque hubiese, al igual que en tantas otras iglesias, espacio habilitados para enterramientos de miembros del clero o de la nobleza».

La losa recientemente descubierta/  Álex Piña
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En Nortes la historiadora Arantxa Margolles publicaba un artículo (en asturiano en el original), con un titular que hace referencia a una noticia anterior publicada también en Nortes a raíz del descubrimiento de la losa, que ofrece un contexto histórico:

La ‘pirámide’ de Ramiro I en Santa María del Naranco, más allá del titular
Hay muchas dudas sobre la función original de Santa María del Naranco y tan pocas certezas como las que rodean la figura real de Ramiro I

A veces también en las Humanidades importan los números. 31 años  median ya hoy en día entre la presentación de la tesis de César García de Castro, «Arqueología cristiana en la Alta Edad Media en Asturias” que fuera dirigida en 1993 por el desaparecido prehistoriador Francisco Javier Fortea y difundida por el RIDEA dos años después. En ella, el investigador, hoy arqueólogo para el Principado de Asturias, ha propuesto la teoría que la semana pasada «agitó a todos los medios del país: que Santa María del Naranco  -cuya función original, anteriormente de convertirse en iglesia, suele ser interpretada como la residencial: ser el palacio real de la corte del rey Ramiro I- , había sido construida, en realidad, para ser un mausoleo. Y no cualquiera, sino el del mismo rey.  Estos días atrás, el arqueólogo, de forma airada, ha llegado a recordar para validar su hipótesis. “Lo que pasa es que mi libros en un suelen leerse; está en mi tesis doctoral (…) no siempre uno tiene la posibilidad de esperar 30 años a verificar lo que ha pensado en un inicio”.  ¿Cuál es el hallazgo que, según amplios titulares en La Nueva España, “cuestiona la historia oficial de Santa María del Naranco”?

Para entender tenemos que ir marcha atrás muchos más años todavía. Concretamente hasta 842, momento en el que ha muerto el predecesor de Ramiro, Alfonso II, ‘El Casto’. O, mejor dicho, a finales de ese siglo, fecha en la que han sido escritos los primeros documentos que hablen de su figura. O, quizá, al siglo XVII, cuando estos salieron a la luz.

Sí: a veces, también en las Humanidades importan los números.

Un acceso oscuro al poder

En esta historia solo parece haber un par de datos ciertos: que en el año 842, estando en la cincuentena, el rey Alfonso II, que había llevado la corte a Oviedo, murió. Y que tres su muerte dos varones, Ramiro y Nepociano, se enfrentaron por el poder. Uno de ellos, Ramiro, no estaba presente en el momento de la muerte de Alfonso; el otro se hizo fuerte en la ciudad. Por ese Ramiro tuvo que marchar lejos, a las faldas del monte Naranco, “a dos mil pasos de la ciudad de Oviedo”, y construir, allí, “una iglesia, toda de cal y borde, de admirable y perfecta arquitectura, decorada con arcos y otros muchos adornos (…) [y] muy próximos a esta iglesia, palacios y hermosos baños”. El del Naranco ganó, contra todo pronóstico, y su poder fue inestable, constantemente contestado por los “sarracenos” y por nobles que no lo respetaban. De él han dicho que era hijo de Bermudo, ‘el Diácono’; de la genealogía de Nepociano. Ninguno de ellos era hijo de ”El Casto”, obviamente.

Retrato imaginario del rey Ramiro I de Asturias, de Isidoro Lozano, 1852 (fragmento)
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Ramiro murió en el 850, pero en el 883 su cuerpo reposaba ya en la catedral de Oviedo. Del 848 es el ara fundacional localizada en ese edificio extraño que es Santa María del Naranco, en la que se habla de una habitación deteriorada por su excesiva vetustez” y reconstruida bajo los designios de “Ramiro, Príncipe glorioso, y de la reina Paterna, consorte”. Al rey lo heredó quien decían era su hijo, Ordoño que rondaba la treintena; pero lo cierto es que la ausencia de Ramiro de Oviedo en 842 se justifica, en esas crónicas escritas por su nieto Alfonso III, porque se iba a casar en un lugar llamado Vardulio. En las Humanidades importan también los números, es verdad, y los números, a veces, hacen bien azarosa la Historia.

El enigma de Santa María del Naranco

Dentro lo que puedan tener de verosímiles unas crónicas medievales que, sí en este caso, forman parte de la “historia oficial” de un rey que buscaba legitimarse como heredero que era de Ramiro; y legitimar al tiempo, a este como el candidato de ”el Casto” frente al presunto impostor de Nepociano, está lo construido en el Naranco. Un conjunto palatino formado por algunos edificios de los cuales solo parecen conservarse dos: San Miguel de Lillo, que tuvo originariamente la planta basilical canónica de una iglesia, y Santa María del Naranco, que ha servido también como templo hasta 1930. Precisamente en este contexto es en el que se hace la primera referencia a la losa hoy en día estudiada por García de Castro que había sido parcialmente removida en 1697 al llevarse a cabo obres para la construcción de una sacristía.

¿Fue este el uso que Ramiro quiso darle al emblemático edificio, cuyas ventanas fueron, durante mucho tiempo, símbolo turístico y cultural de Asturias? Parece consensuado por los investigadores que no, como mínimo desde la segunda mitad del siglo XIX, cuando Amador de los Ríos (1816-1878) ha atribuido a Santa María las funciones de palacio, una teoría discutida por Fermín Canella, quien ha seguido creyendo en la hipótesis de la iglesia basándose en el ara descubierta en esos tiempos, pero continuada por Helmut Schlunk. En cambio, Santa María del Naranco es pequeña para palacio; y sus características no son las más apropiadas para que se residiera en ella, “carente de instalaciones de calefacción o chimenea, [sin] división interna en dependencias funcionales [como] cocina, dormitorios, comedor o despensa”. Volvemos en esta frase a las afirmaciones de García de Castro, en este caso correspondientes a un artículo difundido en la revista Nailos en el año 2019.

Viñetas del volumen XXIII (‘Metatron n’Arabot) de ‘La Crónica de Leodegundo’ (Gaspar Meana)
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No convence la hipótesis de palacio; tampoco la de iglesia. Pasa siempre con la historia medieval: de la falta de certezas, nace el imaginario. En una obra cumbre para la historia del cómic asturiano, La Crónica de Leodegundo, Gaspar Meana llega a plantear Santa María del Naranco como un lugar de sacrificios y muerte. Esa es la parte literaria, pero lo que ha de reconocer a Meana es el ser el único, en toda esta larga historia que la ha pensado incluyendo, también, los nombres de las mujeres que la sustentaron.

Santa María, la ‘pirámide’ ¿de Ramiro I?

En preguntas de Alberto Arce para El Comercio, José Avelino Gutiérrez, catedrático de Arqueología en la Universidad de Oviedo y experto en los tiempos de la Tardoantigüedad y la Edad Media, avaló las tesis del historiador del arte Lorenzo Arias, quien ya había hablado de la losa hoy en día de la discordia, identificándola con el pedestal de una tribuna para elevar físicamente la figura de un rey, falto, en el caso de Ramiro, de un consenso social a su alrededor. Arias asemeja, así, el edificio del Naranco con la arquitectura romana, en aquellos tiempos no tan lejana. “Es el modelo de configuración clásica de podio del rey”, dice Arias a preguntas de La Nueva España. “No veo esa losa esperando un sarcófago sino a un rey que esté encima y por encima de los demás, en un acto de unión con el pueblo del que tenemos abundante iconografía. Esta escenografía de pórtico te prepararía, además, para entrar en el Naranco, y en el interior de Santa María habría reuniones, el rey departiría con embajadas o, incluso, podría ser un espacio de impartir justicia». García de Castro justifica la presencia de una tumba en ella por el corte de dos fustes laterales en el arco norte que, de conservarse, podrían verse “acanalados para meter unas cancelas y cerrar el vacío hacia el Norte (…) Es impensable que ese arco esté al aire, como los miradores”.

Santa María del Naranco en 1920, con el edificio adosado, la escalinata y el campanario que no correspondían a su fundación
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Pero  ¿por qué Ramiro? La documentación afirma que en el año 883 el cuerpo del rey yacía ya en Oviedo, tras ser trasladado por orden de su hijo Ordoño, que murió en el 866, antes de cumplir los 50. Importan los números, también, y los que se mezclan en esta historia no dan, o son escasos: ni Ramiro, de ser Santa María del Naranco un mausoleo para su honra, ha reposado eternamente en el, ni es el único que ha sido juez y parte de una narración con más vacíos que palabras. Tampoco ha podido ser Ordoño hijo de Paterna, la reina con la que el príncipe Ramiro consagró alguna estancia del Naranco (también eso está en discusión), si es verdad que el padre la desposó en Vardulio en el 842, ni, según Meana, es muy creíble que fuera bien aceptada la legitimidad del rey si este era, en verdad, hijo de otro, Bermudo que era, a la vez, diácono. En la Crónica de Leodegundo que es ficción como todas las crónicas, Gaspar Meana imagina el sepulcro hoy en día objeto de todas las atenciones no como el de Ramiro, sino el de su madre, legitimadora, a fin de cuentas, de su poder; falta del apoyo que una cónyuge legítima debería tener; elevada, durante los débiles años en los que su hijo se enfrentó a Nepociano, a reina suprema, sino de Asturias o de Oviedo, sí, al menos, del monte Naranco.

Y al fin…

…¿qué queda? Pocas certezas y muchas teorías. Lo normal en la Historia Medieval. Más allá de los titulares, voces tan respetadas como la de Javier Fernández Conde o la de Otilia Requejo llaman a la calma. Conde no termina de ver la hipótesis de García de Castro, pero matiza que “es una opinión provisional hasta que no vea el trabajo”, y Requejo define el tinglado como “una aportación arqueológica que puede reinterpretar los espacios y sus relaciones”. El DALLA define la palabra “ciencia” como “conjunto de conocimientos que existen sobre algo y que están basados en hechos que se pueden observar o experimentar y en hipótesis razonadas”.  Los números importan, y de qué manera, en las Humanidades, pero hay mucho más, igual que no solo de números se compón la ciencia. También -y fundamentalmente-  del desarrollo de teorías y discusión de las propias. Y la Historia, contemplándonos desde lo alto de un podio aún mayor que el del Naranco, se lleva mal con los titulares.

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