La guerra de España, la memoria y el futuro · José Ramón Fernández Castro

España necesita recuperar la Memoria, sin complejos

José Ramón Fernández Castro | Fuente foto
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José Ramón Fernández Castro, La Nueva España, 17 de noviembre de 2025

Los sistemas totalitarios rinden tributo a los tiranos, los ensalzan y engrandecen. Führer, Duce o Caudillo, apelativos asociados a Adolf Hitler, Benito Mussolini y Francisco Franco. Funestos personajes cuyo azote ha padecido la humanidad.

Serán siempre recordados por desatar capítulos extremadamente sangrientos a los que sometieron a los ciudadanos de sus propios países, arrastrándolos a conflictos de exterminio con el fin de imponer su visión en todos los órdenes de la vida; sin limitación alguna ejercieron el poder absoluto con la fuerza, intensidad y alcance que les fue posible, sin importarles los medios ni sus consecuencias.

La guerra es el mayor fracaso al que puede llegar la sociedad, arrastrada por los estamentos del estado y los organismos internacionales que nos representan; dilucidar las diferencias a través de las armas, imponerse al adversario con el despliegue militar cuyo objetivo es aniquilar al oponente, muestra la cara más terrorífica de aquellos que para defender sus intereses carecen de todo límite.

Las guerras no finalizan cuando el enemigo es cautivo y desarmado y se suspenden las hostilidades en las trincheras; las guerras las sucede el silencio de los cementerios; el sufrimiento y el terror de una sociedad esclavizada, sometida al hambre; los daños y las mutilaciones causadas al pueblo no tienen reparación.

Los ganadores aniquilan a los perdedores más humildes; se ensalzan cuanto mayor es el dolor que causan, más intenso es el miedo y ensordecedor el silencio y la sumisión que provocan; reconstruyen la sociedad sobre las cenizas de un trauma y regiones devastadas, en aras a implantar su nuevo orden ético, moral y religioso, presidido y a disposición de las clases sociales más privilegiadas.

El 21 de octubre de 1937 las tropas franquistas entran en Gijón, el norte de España cae en manos del ejército sublevado; el franquismo inicia una represión extrema sobre los vencidos, «labores de limpieza», dirá en sus partes de guerra; asesinados, desaparecidos, ajusticiados; familias señaladas y sometidas al terror, miles de españoles y españolas de los que aún hoy no disponemos siquiera de un censo oficial de víctimas en Asturias. Es incomprensible, una vergüenza para las instituciones.

Desconocer los nombres y las vicisitudes de los demócratas que perdimos la guerra, ignorar que nuestra tierra está sembrada de fosas comunes, transcurridos 50 años desde la muerte del dictador, es injustificable, carece de sentido. Mantener enterrada una parte de nuestra historia reciente en los legajos de archivos y registros civiles, convivir con cientos de lugares en que yacen los cadáveres de republicanos asesinados, en muchos casos sin tan siquiera interesarse quienes son para rendirles homenaje a ellos y sus familias, da muestra que aún hoy nuestras instituciones democráticas tienen una ingente tarea pendiente que el tiempo no sepultará.

Rauda fue la Jefatura del Estado franquista, apenas un mes después de declarar finalizada la guerra, promulgaba una ley, el 16 de mayo de 1939, que así pregona: «Obedece a la verdadera necesidad de rendir el postrero homenaje de respeto a los restos queridos de personas asesinadas en circunstancias trágicas o muertas en el frente cuyo enterramiento se ha verificado muchas veces en lugares inadecuados».

Otorga beneficios a las familias de las víctimas de la Revolución y de la guerra, en lo que a inhumaciones, exhumaciones y traslados de los cadáveres víctimas de la barbarie roja o muertos en el frente, a consecuencia de enfermedades o heridas adquiridas en campaña. Dar sepultura digna a los muertos por Dios y por España.

Tras cuatro décadas de dictadura franquista, se apeló de forma constante a la necesidad de superar el trauma vivido consecuencia de la guerra provocada por los militares que asestaron un golpe de estado el 18 de julio de 1936, frente al sistema republicano y constitucional entonces vigente.

La concordia y la convivencia en paz que todas y todos los demócratas deseamos, está hoy puesta en peligro por quienes enarbolan discursos supremacistas, populistas y xenófobos; sirviéndose de la demagogia cuestionan las estructuras del estado y censuran los derechos individuales y colectivos que tanto ha costado conquistar. Son partidos antidemocráticos muy peligrosos que desde la mentira construyen mensajes de odio e intolerancia, blanquean el franquismo y derogan los derechos que asisten a las víctimas y sus familias; ellos nos alertan del futuro que representan y hemos de evitar.

Los 50 años de España en Libertad, el camino recorrido tras la muerte del dictador, debe recordar de dónde venimos para asentar unas bases sólidas en las que la verdad impere; un relato riguroso e inclusivo en el que el conjunto de la sociedad democrática se reconozca para que impregne la cultura de nuestro país.

Reconocer un momento histórico, tanto el origen como el alcance de sus consecuencias, hará justicia a las víctimas de la guerra y sus familias, la represión y la dictadura, un patrimonio que debe ser sentido y compartido por el conjunto de la sociedad y encabezado por nuestras instituciones; ese es el camino correcto para que juntos reforcemos los principios y valores democráticos.

España necesita recuperar la Memoria, sin complejos; hemos forjado una sociedad luchadora y con voluntad integradora, motor en la regeneración de las instituciones, imprescindible en los cambios políticos, esencial para la modernización y el progreso económico, los avances en la igualdad y los derechos laborales de nuestro país. Una sociedad viva, en un estado de derecho, que dialoga con las instituciones y se moviliza cuando lo considera preciso.

El olvido no es opción, la verdad se impondrá a la larga sombra del franquismo y avanzaremos hacia una sociedad más libre, igualitaria y solidaria; estoy convencido que lo haremos de la mano de las generaciones más jóvenes, porque juntos decidimos el futuro.

Fuentes del gráfico: Elaboración propia, a través del proceso de investigación realizado en los últimos cuatro años; a partir del acceso in situ a fuentes de información primarias: Archivo Histórico de Asturias (Expedientes carcelarios), Archivo Intermedio Militar de Ferrol (Causas de los Consejos de Guerra) y Registros Civiles de Asturias (Actas de defunción). Los datos expuestos, fruto del proceso investigador, son inéditos, están pendientes de publicación a expensas de concluir el informe final y valorar el número de ejemplares que se editen y coste que habrá de suponer.

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José Ramón Fernández Castro es presidente de la Asociación Memoralista de Asturias

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