Sin los escritos de Benedicto XVI se derrumbaría el edificio del nacional conservadurismo de Orbán, Meloni, Salvini, Le Pen, Morawiecki o Abascal. Tras su muerte, el ala conservadora anti Francisco ha roto el silencio.

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Gorka Larrabeiti, CTXT, 11 de enero de 2023
El encomio mediático de rigor ante la muerte no ha fallado: papa sabio, papa filósofo, papa literato, Mozart de la teología, etc. Un “iluminado” para la presidenta italiana de ultraderecha Giorgia Meloni y su vicepresidente Salvini. Pero pasadas las exequias, la Historia, barredora de panegíricos, vuelve a colocar a cada uno en su sitio. El secretario personal de Benedicto XVI no para de lanzar pullas al papa Francisco y la tregua entre los sectores progresista y conservador de la Iglesia está rota. En verdad, no ha habido persona que haya polarizado tanto como Joseph Ratzinger. Varios cardenales ruegan que se le nombre doctor de la Iglesia, aunque sus notas privadas han sido o serán destruidas –asombrosa premura– por deseo expreso del difunto. Al mismo tiempo, teólogos como Boff o intelectuales jesuitas como Reese recuerdan la larga lista de censurados y el ambiente irrespirable en el Vaticano por la supresión de toda forma de debate durante su época como inquisidor. No podían faltar tampoco quienes se han agarrado a su presunta implicación en cuatro casos de abusos sexuales cuando era arzobispo en Munich o al endeble argumento de su adolescencia nazi.
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