“Querer anunciar el Evangelio, mediante la posesión y acumulación de bienes, es como querer que el animal más grande (un camello) pase por el orificio más pequeño”

José María Castillo / Fuente Imagen
José María Castillo, Religión Digital, 19 de febrero de 2021
Yo no soy jurista. Ni entiendo de leyes. He dedicado mi vida a estudiar y enseñar la religión cristiana. Y estudiando esta religión, he aprendido lo que pueden y deben hacer los obispos. Y también lo que no pueden ni deben hacer.
Por supuesto, todos los obispos son ciudadanos. Y tienen, por eso, los derechos y deberes de todos los ciudadanos. Pero, además de eso, tienen que cumplir también con los derechos y deberes que son propios de un obispo. O sea, un obispo es un sujeto que, además de “ciudadano”, tiene y ejerce una “vocación”. Dicho de otra manera, el obispo, además de ejercer una “profesión”, vive y pone en práctica su “vocación”. Es decir, el obispo es el que “siente como un deber el cumplimiento de su tarea profesional en el mundo” (Max Weber, Ética Protestante, cap, 3º). Lo ideal sería que todo el mundo viviera su “profesión” como una “vocación”. Sin duda, el mundo funcionaría mejor. Pero, por lo menos, es obvio que los obispos lo deben de vivir así.
Pues bien, como enseña la teología cristiana, los obispos son los sucesores de los Apóstoles. Pero son sucesores, no sólo en sus poderes y derechos, sino también en sus deberes, Y si es que somos fieles a lo que dice el Evangelio, es evidente que lo que Jesús les exigió a los primeros Apóstoles, se lo exige también a quienes son los sucesores de aquellos primeros Apóstoles.
Ahora bien, lo primero que Jesús les exigió a los Apóstoles del Evangelio es que “tenían que dejarlo todo” (Mc 10, 28; Mt 19, 27; Lc 18, 28). Y les prohibió, de manera tajante, llevar nada para cumplir su misión (Mt 10, 9-10; Mc 6, 8). Y es que “seguir a Jesús” es abandonarlo todo, quedarse sin nada y así – sólo así – se puede “seguir a Jesús”. Esto es tan serio y tan fuerte, que, si esto no se acepta y se toma en serio, es como querer que un camello pase por el ojo de una aguja (Mt 19, 24 par). Read the rest of this entry »