Lealtad a su católica, sacra y real Majestad

 

Carlos VII, Martial d'Auvergne

Carlos VII, Martial d’Auvergne

 

Nuevo artículo de José Luis Iglesias, presidente de Asturias Laica, que hoy  se publica en Asturias24:

Ya se han celebrado las elecciones. Tras los resultados, los cargos electos están recibiendo las actas judiciales que les acreditan como representantes de la soberanía popular. El próximo día 13 se constituirán los nuevos ayuntamientos y más adelante los gobiernos de las comunidades autónomas que han participado. Acudirán los elegidos, presentarán el acta de cargo electo al secretario y…

Y entonces comienza un ritual que no debería suceder, si el régimen político en que vivimos no fuera una deficiente democracia. Pero en la España institucionalmente monárquica y católica, no confundir con la España real, este ritual se repite de continuo. Somos un país marcado por los ritos y las liturgias, que no solo se resisten a desaparecer sino que persisten, década tras década para mostrarnos una y otra vez que el poder es el poder y eso de que: ¿procede del pueblo?  Sí, siempre que el pueblo no cuestione a quien lo detenta. Además los poderes importantes, los de verdad, no los del escaparate, nunca se votan. ¿O es que se vota: A la banca, a la monarquía, al ejército, a la iglesia, a los jueces….? No. A esos nunca se les vota. Se vota a los de la farsa, a los de la comedia.

El Real Decreto 707/1979, de 5 de abril, establece la fórmula de juramento o promesa para la toma de posesión de cualesquiera cargos o funciones públicas.

En el acto de toma de posesión, El secretario de la institución después de recibida el acta que acredita a la persona electa como tal, se dirigirá a ella y le formulará la siguiente pregunta:

 “¿Juráis o prometéis por vuestra conciencia y honor cumplir fielmente las obligaciones del cargo…. con lealtad al Rey y guardar y hacer guardar la Constitución, como norma fundamental del Estado?”

El Alcalde “deberá jurar el cargo ante el Ayuntamiento Pleno” (art.18 Real Decreto 781/86).

Los demandados contestarán afirmativa o negativamente.

Muchos y muchas sintiéndose constreñidos por tal pregunta han dado en añadir párrafos sin valor alguno, siendo el más conocido: “Por imperativo legal”. O como el alcalde de Marinaleda que en la toma de posesión del cargo de diputado en la Junta de Andalucía se marcó un largo párrafo en defensa de la soberanía popular. Da lo mismo. El caso es que juran o prometen. Lo demás, quererse justificar.

En una democracia moderna estos rituales de tintes medievales carecen de sentido. Bastaría la presentación del acta de cargo electo para que la persona a la que nos referimos tomara posesión del cargo sin más. Lo verdaderamente válido son los votos que los ciudadanos y ciudadanas hemos entregado a esta persona para que nos represente y punto final. ¿Qué sentido, que valor tienen estos rituales? Jurídicamente ninguno. Si se pudiera llevar ante la justicia a todos aquellos cargos que han vulnerado la Constitución, nos quedaríamos con muy pocos. ¿Y de que se les acusaría?, ¿de perjurio? Sin embargo yo no diría que carecen de valor. Tienen un valor político expresado a través de lo simbólico.

El régimen de la transición se constituyó en una monarquía, cuya legitimidad siempre ha estado en entredicho. Lo otro, el régimen alternativo, lo que no es monarquía, lo que es incluso opuesto a la monarquía es La República. Por eso ya en las primeras elecciones llamadas democráticas que se celebraron en este régimen aunque no fueron prohibidos ni los comunistas. Sí lo fueron, sin embargo los partidos republicanos. Cosa que muchos ignoran y a la mayoría ni les importa.

Pues eso, para que queden claras ciertas cuestiones desde el principio, aquellos que sean republicanos de convicción o de aspiración y lleguen a cargos electos, que sepan que lo primero que hace el régimen es someterlos a la humillación de jurar o prometer lealtad al rey.

Se supone que en una democracia, los representantes del pueblo a quien deben lealtad única y exclusivamente es a los ciudadanos y ciudadanas que los han elegido. Pues no señor en España  tendrán que jurar o prometer lealtad al rey, porque si no lo hacen no hay cargo que valga. O sea que el pueblo podrá votar lo que quiera, pero si no juran o prometen lealtad al monarca, ni cargo ni gaitas. Ese es el mensaje del ritual. Es como si a cada uno de los representantes, desde el primer momento se le dijera: Sí. El pueblo te ha elegido, pero aquí somos otros los que tenemos la sartén por el mango y para que desde el primer día lo tengas  claro o nos prestas lealtad como primer paso o de carguito nada de nada.

¿Y qué hay del Estado aconfesional? Ahora parece que van a retirar la biblia y el crucifijo y lo pondrán al que lo solicite. ¡Qué avance! ¡Y esto ha costado más de treinta y cinco años!. Seguro que ponen también la declaración Universal de los Derechos Humanos al que la solicite, o el Corán, o el manifiesto comunista.

Pero la cuestión es que seguirán jurando y prometiendo ante un jefe del Estado no electo, que entre los títulos que ostenta es el de católica majestad. Y bien que se lo recordaba Rouco a Juan Carlos cuando se veían.

Así pues, como no habrá ni cantidad suficiente de cargos electos, ni el necesario valor para negarse; lo primero que harán estos padres y madres de la patria, de todos los colores y partidos, los de derechas y los de izquierdas, los que dicen no ser ni de lo uno ni de lo otro, tanto los republicanos como los monárquicos será humillarse como súbditos y no mantenerse firmes como ciudadanos. Jurarán o prometerán LEALTAD, no al pueblo que los eligió, sino a su católica, sacra y real Majestad.

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