
España, años 70. Varios recién nacidos en la maternidad de un hospital.© EFE
Carmen López, Amnistía Internacional, 16 de marzo de 2021
El 9 de mayo de 1993, Ruth Puertas tenía 19 años, no estaba casada y daba a luz a su primer hijo en una clínica de Bilbao. Todavía de resaca tras las Olimpiadas de Barcelona, España se presentaba al mundo como un país moderno. Sin embargo, en esos momentos, sobre ella cayeron décadas de ideología franquista sobre lo que se esperaba de las mujeres. Desde el final de la Guerra Civil se construyó un entramado ideológico, legal y científico que sirvió para limitar los derechos de las mujeres, privarlas de autonomía y capacidad de decisión, regular sus vidas, su maternidad, e incluso el porvenir de sus hijos e hijas. Algunas de estas leyes siguieron vigentes a finales de los 90. Un marco que pudo amparar el «robo de bebés» durante más de 50 años.
Mujer y solo madre
Terminada la guerra, el régimen franquista puso toda su maquinaria en marcha para reprimir, controlar y reeducar a la población de la nueva España. El nuevo gobierno obsesionado por el papel político de las mujeres durante la República y sus reivindicaciones feministas borró de un plumazo leyes como la ley del divorcio, el matrimonio civil o el reconocimiento de sus derechos sexuales y reproductivos que permitieron a las mujeres durante la República avanzar en igualdad. Castigaron a las mujeres republicanas represaliadas. e intentaron reeducar al resto para conseguir madres sumisas, adiestradas y al servicio de la patria. A partir de ese momento su única misión sería ser madres. La Sección Femenina se convirtió en el brazo que controlaría y vigilaría a las mujeres para que no se salieran de la norma, y las enseñaría a ser buenas esposas y madres.
“La misión de la mujer en el mundo no es luchar por la vida, sino acunar la descendencia de quien tiene que luchar por ella»
Antonio Vallejo Nágera, psiquiatra franquista
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