La plaga de los ofendiditos

«Este no es un problema de carteles y de tuits sino de la apropiación del espacio desde una supuesta moral pública en la que los ofendiditos, que son la plaga de este tiempo, deciden qué se puede decir y cómo».

ZaharaPoster

Fragmento del cartel promocional del concierto de Zahara retirado en Toledo tras protestas de VOX

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12 de agosto de 2021

El nombre de la cantante Zahara fue noticia ayer después de que se conociera que el cartel promocional de su concierto en Toledo había acabo siendo retirado después de que la portavoz de VOX en el consistorio toledano lo considerara «ofensa extrema a la Virgen», exigiera su retirada y la cancelación del concierto.

La respuesta del Ayuntamiento (PSOE) no se hizo esperar, el cartel se retiró de los espacios públicos. Según informa RTVE, En una nota de prensa, el Ayuntamiento de Toledo -gobernado por el PSOE- ha trasladado al promotor privado que organiza el ciclo de conciertos el malestar suscitado por varios ciudadanos y colectivos en torno a dicho cartel promocional, que finalmente ha sido retirado y sustituido por uno nuevo. En dicho comunicado, el Ayuntamiento ha manifestado su pleno respeto y comprensión a todas las personas que han podido sentirse ofendidas por la difusión de este cartel promocional, entendiendo que se trata de un ejercicio de libertad de expresión de la propia artista.

Sobre esto versa el comentario de Pedro Blanco en la Cadena SER

La plaga de los ofendiditos

Pedro Blanco, «Hoy por Hoy«, cadena SER

Esta es la era de los ofendidos. Vivimos tiempos conflictivos en los que las susceptibilidades de algunos acaban imponiéndose a los derechos de todos, ganados con mucho esfuerzo y no pocos sacrificios.

Así que hoy toca militar en la libertad porque lo que está en cuestión no es si una artista, si Zahara, puede o no publicar un cartel provocador o si quien se siente ofendido, puede expresarlo con mayor o menor vehemencia. Esa no es la discusión porque en torno a eso no debería haberla.

Este no es un problema de carteles y de tuits sino de la apropiación del espacio desde una supuesta moral pública en la que los ofendiditos, que son la plaga de este tiempo, deciden qué se puede decir y cómo.

El problema no es la queja, el problema es la censura. Es que tenemos una ultraderecha hiperventilada que arrastra a una derecha acomplejada y que empuja a una izquierda amedrentada.

El problema es que se cede y se achica la libertad. El problema es que sabemos por experiencia que no estamos libres de la intervención de algunos jueces con togas que parecen sotanas. El problema, en fin, es que el vacío que deja el cartel solo está lleno de vergüenza

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